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Miedo



Ser feminista es lo mejor que me pudo haber pasado. El solo paradigma me libera ante mis propios ojos y mecanismos de control, represión y coerción. Me libera de la culpa. Del autorepudio por aquello que no encaja. De prisiones absurdas. De la locura.
Pero siento miedo. A medida que comprendo mas cabalmente aquello contra lo que luchamos, mas profunda raíz encuentro a ciertos miedos, casi vicerales. Siento que nos enfrentamos a un peligro inmenso, multimodal, atomizado, estratégico, estrático, que es como Dios panóptico, omnisapiente, omnipotente, omnipresente.
Dios es el patriarcado.
Vivo amenzada en un mundo, crecí ataca en el. Aún así, este miedo es distinto a aquello que ya conozco. Es un miedo que por primera vez percibo. Quizás siempre estuvo allí, quizás es una certeza que ahora....miro.
En este mundo nací perdiendo, en desventaja, tan solo por nacer mujer. En este mundo, todos mis pasos serían mas caros que los de mis pares. En este mundo yo nací violada, forzada, golpeada, castrada, abusada. En este mundo yo ya nací mujer.
Cuando luchamos contra este mundo de varones que abusan, ya tememos, ya sufrimos, ya perdimos. Pero si luchamos contra eso, en determinados escenarios el dolor, el castigo, el abuso y la violencia en todas sus formas puede ser aún más directa, más explícita, mas cruda.
Si el régimen de las cosas cambiaran, si estudiar además de salvarme también me pusiera en peligro, definitivamente yo ya estaría del lado oscuro de las cosas. Estaría señalada, amenazada, ultimada.
En estos días donde en mi país se retrocede a las condiciones primordiales que dieron lugar a las mas grandes masacres y persecuciones, yo estaría ya en la lista de los perseguidos. Mi familia estaría en peligro.
Yo ya profesé públicamente mi posicionamiento y seria imposible borrar la evidencia de mis pasos. No quisiera tampoco retractarme de ninguno de ellos. Amo cada uno de mis pasos. Amo mi decisión. Amo haber descamado mis ojos hasta su liberación. Amo ser feminista.
Quizás escribo para concluir que esta no es una "opción" más, así como se elije la ropa o el tipo de alimentación. Es una elección inevitable entre estar siempre sometida al patriarcado, u oponerme a él. Como sea, estaremos por mucho tiempo sometidas a sus violencias y represiones, tanto quienes no oponen resistencia, como quienes nos oponemos a él.
Cuando miro a mi hija, pienso de vez en cuándo en qué la ando metiendo, y dónde terminará a causa de mis influencias. Realmente esa predicción queda fuera del horizonte que mis ojos alcanzan a ver desde donde me encuentro. Aún desde dónde proyecto estar quizás mañana.
Quizás lo que me asusta es la aún viva fantasía de que todo daño "podría ser evitable", y que aquello malo que le acontezca, sea consecuencia de mi legado. Esa fantasía, está fundada en la posibilidad de que todo esto no sea cierto, y solo acaso una pesadilla o una cuestión de perspectiva.
Pero no, este mundo es así, y debemos cambiarlo.

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