Acá no. Acá no podemos antenderte. ¿Dónde? ¿Dónde sí? Lejos, creo. Hasta luego . La desprotección puede tomar muchas formas. Pero debe dejar a todes la misma sensación: desauciado. Y cuando el desamparo profundo es novedad, se siente como un derrumbe. Un derrumbe de adoquines pesados, un colapso interno, doloroso. No somos suficiente para que nos protejan así. ¿Así como?. Bien. Eso nos dice el sistema una y otra vez. Dependemos de nuestras redes para acceder a lo que necesitamos. Son nuestras redes los principales efectores de nuestra salud. Son quienes acercan los efectores a la demanda, a la necesidad. A lo que somos: a las personas. Me resulta increíble, de una violencia profundísima que lo que separe la vida y la muerte, y sobre todo la forma de vivir y la forma de morir, sea la clase social, y su ilusión de movilidad: el poder adquisitivo. Ese poder que no es obvio y que se circunscribe a qué podemos empeñar para obtener de lo que hay, pero qu
"Johanna Hedva vive con una enfermedad crónica y su teoría de la mujer enferma es para aquellas personas que no se suponía que sobrevivieran, pero lo hicieron." Estoy enferma de algo, que no sé qué es, ni sé cómo averiguarlo. Es un padecimiento. Es como si el cuerpo hubiera sobrevivido a algo que no debió, algo que resistió nomás. Como traer a alguien de entre los muertos, y es lo que no debe, sin poder ser lo que fué. Es una sombra que oprime, es una sombra que avanza.