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El sapo Pepe


Siempre es difícil explicarle a las personas por qué hay otras que toleran durante tanto tiempo las distintas violencias vinculares, hasta que es demasiado tarde para reaccionar de forma eficaz, y economizar daños.

Esta pregunta, forma parte de una batería de preguntas cuyas posibles respuestas y sus reformulaciones didácticas, se debaten permanentemente en mi mente, en segundo plano. Forma parte de un diálogo casi autónomo, que solo interactúa con el entorno para alimentarse y dotarse de más elementos, y más discusiones. Nunca para vaciarse.

En un determinado momento, desde ese segundo plano encontré la respuesta a una de esas preguntas, enmascarada de una fábula hermosa por sencilla y asequible, que explica sin mayores rodeos estas dinámicas: 

"Si echamos una rana en una olla con agua hirviendo (a veces dicen agua muy caliente), esta salta inmediatamente hacia fuera y consigue escapar. En cambio si ponemos una olla con agua fría (a veces dicen temperatura ambiente) y echamos una rana esta se queda tan tranquila. Y si a continuación empezamos a calentar el agua poco a poco, la rana no reacciona sino que se va acomodando a la temperatura hasta que pierde el sentido y, finalmente, morir achicharrada."
 Claro está que las mismas personas que juzgan los tiempos de quienes no acusan el peligro hasta el hervor de las violencias, son las mismas que mal juzgan los tiempos de quienes, a la primera tibieza, saltan de la olla en nombre de su propio bien.


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